La Selección y el récord que persigue después de un hito inadvertido :: Olé

Mientras Brasil se esfuerza por recuperar competitividad -y resignando su identidad- con Carlo Ancelotti, Chile abraza el rosario y le pide a Dios un milagro a la altura del que Gustavo Alfaro hizo en una Paraguay renovada, la Selección suma logros de manera inadvertida. Como haber “ganado” la Eliminatoria a tres fechas del final.
Hitos que en tiempos de vacas a dieta hubieran ameritado ciertos niveles de celebración pero que ahora se naturalizan porque el éxito brota como maná. Cuando, por el contrario, deberían reivindicarse como el método que lo permitió.
Argentina no sumó un título por haberse asegurado el primer puesto en la clasificación tras ganarle a Chile. La estrella es simbólica. Pero tiene un significado pesado pues certifica la consolidación de un proceso que sostiene los niveles de competitividad en la estratósfera.
Que no se resintió por relajación después de Qatar 22 ni tampoco luego de ganar la Copa América 24. Y que generó una sensación de continuidad que remite a la era Pekerman.
Y ya lo vé, es el estilo de José
Así como José había logrado que después de una generación dorada en Qatar 95 emergiera otra para conquistar Malasia 97 y luego Argentina 01 -más acá en el tiempo, ya sin el maestro, también Holanda 05 y Canadá 07- el cuerpo técnico nacido de aquella tierra fértil logró que el proceso no se detuviera. Que sin prescindir en masa de los campeones del mundo (hubo 16 citados para estas fechas) la rueda girara para postular nuevas figuras en posiciones antes ocupadas por default por los consagrados en 2022.
Sin resentir el funcionamiento, Scaloni promovió a nueve jugadores a lo largo del proceso post mundialista: Alejandro Garnacho, Facundo Buonanotte, Valentín Barco, Walter Benítez, Valentín Carboni, Taty Castellanos, Nico Paz, Giuliano Simeone y Franco Mastantuono.
Y se guarda más alternativas en la gatera (Enzo Barrenechea, Emiliano Buendía, Facundo Medina) al mismo tiempo que sigue la evolución de otros tantos (Julio Soler, Lucas Esquivel, Claudio Echeverri, Santiago Castro, Benjamín Domínguez, Nehuén Pérez).
Casi sin que se notara, en la Scaloneta perdieron su lugar por decantación distintos integrantes del póster eterno (Germán Pezzella, Franco Armani, Marcos Acuña, Guido Rodríguez, de a poco también Ángel Correa, Paulo Dybala). Y a ellos se les suma Ángel Di María, quien eligió despedirse al ganar la Copa América de USA.
Ahora bien: tal nivel de (prolija) depuración no se hubiera podido desarrollar sin la preparación de las generaciones emergentes. Que al ingresar, rindieron. Simbólicamente, de hecho, fueron especialmente pesadas las victorias ante Uruguay en Montevideo y contra Brasil en el Monumental. Ambas, sin Lionel Messi pero con un equipo que funcionó -y brilló con épica y estética- sin sufrir la ausencia del capitán.
Ante la Roja, otra victoria con peso
Contra Chile ocurrió algo similar. Con Leo en el banco, Argentina se puso en ventaja con la combinación de tres camadas: el pase que rompió lo dio un zaguero que empezó a sumar ritmo (Leonardo Balerdi), la conducción estuvo a cargo de uno de los campeones que fue a Qatar como proyecto (Thiago Almada) y la ejecución fue de Julián Álvarez, una de las figuras de la Copa del Mundo que a los 25 años sostiene su ambición pese a haber ganado todo lo que un jugador podría desear.
La transición, tan abarcativa, hasta comprende ciertos fenómenos de mercado: al mismo tiempo que se intenta asimilar que habrá un adiós de Messi -cuyo pase llegó a valer € 180M- desde Argentina emergió un talento de 17 años (Mastantuono) por el que el Real Madrid está próximo a pagar €45M más impuestos. Y a él se le suman dos de los delanteros top del planeta (combinados, Lautaro Martínez y Julián Álvarez cotizan € 200M) y el argentino más caro de la historia: Enzo Fernández (€ 121M).
Todo esto es parte de la estrategia. Del plan que luce por posiciones y puntos (de ganar todo lo que queda igualará la campaña de Bielsa en 2002) hasta por el contraste con Brasil. Un seleccionado que ya no confía en su propia idiosincrasia y apeló a un técnico multicampeón de la Champions para revitalizarse. Entendiendo que hacía décadas que la distancia futbolística y competitiva entre el Scratch y la Argentina no era tan amplio.
Lo dice la tabla. Lo reafirmó el 4-1, equivalente a otro Maracanazo al mentón como el que sufrió en 2021. Tiempos en los que este escenario argentino asomaba casi onírico. Por eso hay que disfrutarlo y no naturalizarlo.
Fuente: www.ole.com.ar